Esperando por el momento de marchar hacia el amor, esa mañana particularmente fría, se levantó abrigándose con la bata de él. Fue a la cocina, preparó el mate, colocó un trozo de manteca en un plato pequeño, unas galletas, dos nueces, el cenicero, el paquete de tabaco y un encendedor blanco. Tomó la bandeja plana y fina de madera, volvió al lecho, acomodó el cuaderno y birome, una revista publicitaria con ofertas para el hogar y la bolsa de tejido crochet. Entre otras cosas, estaba también recuperando el arte de reciclar, la habilidad manual… reconstruyó con tejido las pantuflas naranja, las convirtió en escarpines verdes con un toque violáceo y reforzó los bordes con la tela original.
Mientras tomaba mate viendo fundas nórdicas, cojines y toallas en la revista, los ojos se detuvieron en la bandeja, recordó la tabla multiuso que le hiciera su padre cuando era pequeña. Desde entonces, le complace llevar la rutina a la cama, sobre todo en invierno. Como antes, como cuando leía, escribía, realizaba las tareas escolares, cenaba, dibujaba, armaba el Rasti... en aquel “despacho” que otorgaba amparo, a sus precoces dolores de espalda…“Cómo me hubiera gustado conservarla” –Pensó– La vida había tenido muchos cambios y movimientos, de casa en casa, de país a país… En las mudanzas se fueron desperdigando los valores más preciados: las canicas, los cuadernos, los álbumes de figuritas, la armónica, las revistas preferidas –Billiken, Patoruzú, Mafalda, Isidoro Cañones, El Tony, Superman, El Hombre Araña, El capitán América– Los primeros libros –El legado del alquimista, Mujercitas, Heidi, El libro de los cien cuentos, La cabaña del tío Tom, Marianela, Cuentos para Verónica, Platero y yo, Cuentos de la selva y tantos más– Los caracoles y la estrella de mar. Los primeros zuecos, rojos, de plataforma de madera y tachas plateadas. El Tiky taka. La escarapela uruguaya que lucía con orgullo y el portafolio de cuero… La primera medalla de aquel triunfo en 75 metros vallas. Los zapatos de clavos ¡dorados! El balero, los patines Leccese con ruedas naranjas, el recorte del periódico que anunciaba su llegada al mundo… Todo lo fue guardando en el baúl infinito del mundo de ilusiones, los lleva consigo donde vaya y encuentra cosas nuevas, algunas las guarda, otras las observa y las plasma en su retina misteriosa, las fotografía en su memoria privilegiada y de vez en cuando da una vuelta para oprimir “enter” en los archivos del alma…
Mientras tomaba mate viendo fundas nórdicas, cojines y toallas en la revista, los ojos se detuvieron en la bandeja, recordó la tabla multiuso que le hiciera su padre cuando era pequeña. Desde entonces, le complace llevar la rutina a la cama, sobre todo en invierno. Como antes, como cuando leía, escribía, realizaba las tareas escolares, cenaba, dibujaba, armaba el Rasti... en aquel “despacho” que otorgaba amparo, a sus precoces dolores de espalda…“Cómo me hubiera gustado conservarla” –Pensó– La vida había tenido muchos cambios y movimientos, de casa en casa, de país a país… En las mudanzas se fueron desperdigando los valores más preciados: las canicas, los cuadernos, los álbumes de figuritas, la armónica, las revistas preferidas –Billiken, Patoruzú, Mafalda, Isidoro Cañones, El Tony, Superman, El Hombre Araña, El capitán América– Los primeros libros –El legado del alquimista, Mujercitas, Heidi, El libro de los cien cuentos, La cabaña del tío Tom, Marianela, Cuentos para Verónica, Platero y yo, Cuentos de la selva y tantos más– Los caracoles y la estrella de mar. Los primeros zuecos, rojos, de plataforma de madera y tachas plateadas. El Tiky taka. La escarapela uruguaya que lucía con orgullo y el portafolio de cuero… La primera medalla de aquel triunfo en 75 metros vallas. Los zapatos de clavos ¡dorados! El balero, los patines Leccese con ruedas naranjas, el recorte del periódico que anunciaba su llegada al mundo… Todo lo fue guardando en el baúl infinito del mundo de ilusiones, los lleva consigo donde vaya y encuentra cosas nuevas, algunas las guarda, otras las observa y las plasma en su retina misteriosa, las fotografía en su memoria privilegiada y de vez en cuando da una vuelta para oprimir “enter” en los archivos del alma…
Madrid Diciembre de 2005
1 comentario:
en el viaje de la vida, solo conservamos los tesoros que llevamos dentro.
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