Las almas de los que no habían sido enterrados, jamás ascendieron ni reencarnaron. Algo más de doscientas, por alguna razón misteriosa, prevalecen desde hace ocho siglos, en el silencioso frío ancestral. No por nada, perecieron calcinándose vivos en la hoguera -mientras el ejército “católico” cantaba el “Veni Creator Spiritus”- en el Monte Seguro…
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario