La observo, siempre la observo. Me acerco hasta hundirme en su pecho cuando las sístoles desafinan. No le respondo cuando me habla, mas desespero cuando llora, desgarrada, las penas. Sus ojos solo ven por los míos, que no tenga hambre ni enfermedades ni frío... Ella es diosa, diáfana y guerrera. Yo la veo como una ninfa, recostada en la cordillera de mis pupilas. Ahí viene, se acerca canturreando mi nombre: Morena, Morena... Porta un suculento plato de Royal canin.
Dedicado a mi hermana Marianela y su doberman: Morena.
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